domingo, 26 de enero de 2014

Ertholmene: lo remoto y lo pasado




En todo el archipiélago afloran las construcciones defensivas.
Esta vez vamos a obviar la economía en El Viajero Sagaz para descubrir uno de los lugares más fascinantes de toda Europa. Lamentablemente se encuentra en la Europa del Norte, con lo que esto significa para el bolsillo a la hora de hacer turismo.


Nos vamos a ir a Dinamarca, pero no a la actual, si no a la del siglo XVII. En aquella época, daneses y suecos se disputaban la primacía de los estrechos y de la península de Escandinavia. En este contexto estratégico, el rey danés Christian V decidió construir una fortaleza en el punto más oriental de su país, que por entonces era un imperio. Y ese bastión se alzó en el rocoso e inhóspito archipiélago de Ertholmene.


Situado a 18 kilómetros de la ya de por sí aislada isla de Bornholm (esta última se encuentra a 150 km del punto más cercano a Dinamarca), consta de tres islas, dos de las cuales están habitadas por unas cien personas (hace doscientos años rondaban los mil habitantes), si bien se estima que unos  80.000 turistas al año llegan hasta las costas de Christianso, la isla principal.


Vista aérea de las dos islas habitadas.
Del fuerte quedan  unos pequeños restos donde se puede curiosear, así como un faro que lleva en funcionamiento más de 200 años. Como es obvio, la naturaleza es uno de los atributos más destacables en el archipiélago, que es uno de los mejores observatorios ornitológicos del Báltico. En su día fue un centro pesquero, sin embargo, las embarcaciones más comunes ahora son los yates de recreo.


La isla principal está unida a Frederickso mediante un puente peatonal de madera, si bien en la menor de las ínsulas apenas se levantan un puñado de construcciones, entre las que se encuentra el modesto museo local.


Una de las curiosidades de este territorio es que no pertenece a ningún municipio, sino directamente al Ministerio de Defensa danés, lo que permite a los isleños, por ejemplo,  librarse de pagar impuestos municipales.


Aunque sin duda lo más llamativo es comprobar cómo los locales son capaces de sobrevivir en un entorno que se adivina hostil, unidos por un débil eslabón a la ya de por sí remota Bornholm. En verano parece uno de esos sitios lleno de turistas durante el día, pero cuando el barco de vuelta zarpa, permanecer en Ertholmene puede constituir una experiencia que nos transmita una idea de comunidad en vías de extinción en el mundo global que vivimos. Los lugareños matan el tiempo con actividades en común, como juegos tradicionales (el tiro con arco lo es aquí), reuniones con un trasfondo religioso (hay un coro; y un organista y un pastor acuden a la isla una vez por semana) o incluso jugando a las cartas.


Una de las calles de Christianso.
Aunque lo habitual es realizar una excursión de ida y vuelta desde Bornholm, en la isla existen dos maneras de pernoctar. Una es el camping, de 24 plazas (por cierto, las parcelas están numeradas del 1 al 25, ya que la número 13 no existe). Incluso te permiten alquilar tiendas de campaña. La otra es un pequeño hotel estilo Bed & Breakfast de seis habitaciones, en cuyo restaurante se puede apreciar el verdadero significado de menú de temporada: sólo sirven lo que les llega en el pequeño vapor que, cuando el tiempo lo permite, y de lunes a viernes, zarpa desde Bornholm. Esto significa que en invierno la  variedad se resiente bastante. Sin embargo, en verano, podemos disfrutar del benigno clima de la isla en una inmensa terraza, observando la puesta del sol. En ambos lugares es necesario reservar con varias semanas de antelación.


Llegar hasta Etholmene puede volverse algo pesado para quien no disfrute navegando. Primero habría que llegar hasta Bornholm, lo que supone tomar un ferry nocturno desde Koge (desde 40€ ida y vuelta) o uno normal desde la ciudad sueca de Ystad (desde 24€ ida y vuelta). Después, desde la localidad de Gudjhem, nos esperaría otra hora de trayecto hasta Christianso, en el único viaje diario entra ambas islas (en verano hay algún viaje más). La ida y vuelta cuesta unos 30€, y puede reservarse online. Cosas de la Europa septentrional, en la que hasta los desplazamientos al sitio más recóndito pueden comprarse desde cualquier parte del mundo. Podéis encontrar más información en estos enlaces, aquí hasta Bornholm y aquí hasta Ertholmene.
Vista de la isla de Frederikso desde el puerto de Christianso.

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