lunes, 28 de octubre de 2013

Los mercados de quesos en los Países Bajos

Handjeklap en el mercado de Alkmaar. Fuente
Una estampa típica en la sección de quesos del supermercado es encontrar un queso esférico, cubierto con una especie de cera roja. En España se le conoce como “queso de bola”, si bien su nombre correcto es Edam. Un nombre neerlandés que nos remite inmediatamente a otro: Gouda. Ambos toman el nombre prestado de su ciudad de origen. Sin embargo en los Países Bajos esos nombres, junto a los de Alkmaar, Hoorn y Woerden remiten a otra cosa: los mercados.

Salvo el de Woerden, más moderno (aunque se hace una vez al año una celebración más tradicional), los demás han continuado con las tradiciones que en muchos casos se remontan al siglo XIV. Los quesos se ponen en la plaza central y allí los vendedores y los compradores negocian un precio mediante el proceso conocido como Handjeklap, una especie de subasta en la que los precios se vocean y se choca la mano al llegar a un acuerdo. Después entran en acción los porteadores, vestidos de blanco y con un sombrero de paja con una cinta de color (cada color es un gremio diferente de porteadores). Estos lo llevan a la casa de pesajes en una especie de camilla que sustentan con los hombros. Allí, el más antiguo de los porteadores lo pesa, y lo vuelven a llevar al carro o a la barca (estamos en el país de los canales) del comprador.

Evidentemente la función de los mercados es simbólica, puesto que con los transportes y el sistema productivo actual los han mermado casi un 90%. En el vídeo se puede ver como era el mercado de Alkmaar en los años 30, y podemos descubrir por qué se hacía el queso con forma de bola. También observamos que las vestimentas tradicionales se han impuesto como otro reclamo turístico más. En torno al mercado podemos encontrar puestos con los souvenirs típicos de todo el país (molinos, tulipanes, zuecos...), pero también quesos.

Los mercados se suelen celebrar un día de la semana por la mañana entre primavera y el final del verano. En Edam son los miércoles, en Gouda y Hoorn los jueves y en Alkmaar los viernes. Comienzan sobre las 10:00 y terminan a las 12:30, si bien el de Hoorn tiene también una sesión vespertina. Para llegar a cualquiera de estas ciudades hay que tomar un tren, y una vez apeados pasear hasta la plaza central. Todas tienen conexión directa con la capital, y Gouda y Woerden también estén cerca de Rotterdam y Utrecht. Echa un vistazo a la página de los Países Bajos.
Distancia de Ámsterdam a Edam, Hoorn y Alkmaar.
Gouda y Woerden también están bien situados,


miércoles, 16 de octubre de 2013

Trakai, el equilibrio entre el bosque y la historia

Una inmensidad de aguas cristalinas escoltan al castillo.
Cuesta imaginarse que mientras Colón ponía el pie sobre las indias, el país más extenso en Europa era Lituania, desde el Báltico hasta el Mar Negro, con Bielorrusia y media Ucrania bajo sus dominios. La historia ha ido arrinconando al pequeño estado báltico, sin embargo el pasado glorioso que disfrutó nos ha legado un monumento increíble: Trakai.

Para comenzar diremos que es el único Parque Histórico Natural de Europa. Histórico porque el castillo fue sede de la corte en el momento más álgido de Lituania, bajo el reinado de Vytautas el grande, allá por los albores del siglo XV. Y natural porque el enclave es también de ensueño. Hay cinco lagos que bordean la ciudad y la convierten en una fortaleza por sí misma, pero rodeada por cristalinas aguas tranquilas donde poder pasear en barca (se alquilan desde botes de remos hasta pequeños yates con patrón, y hay excursiones por menos de 6€) o pescar.

El castillo es de piedra, ladrillo y madera, una construcción típica del gótico báltico.
Entrada principal al castillo.
Tras el traslado de la capital a Vilna, el castillo fue deteriorándose, y tras iniciarse una reforma en periodo soviético, unas plabras de Nikita Jruchev en las que decía que restaurar el castillo significaba revivir el poder feudal de Lituania, paralizaron la obra. Hoy es un museo (15 Lt., unos 4€), que cuenta con varias colecciones de la época medieval lituana, y con geniales ambientaciones de torneos de la época y festivales de canto, ópera y conciertos.

En cuanto a la ciudad, apenas cuenta con 5.000 habitantes. Está enclavada en una península,  lo que nos proporciona un agradable paseo a la orilla de los lagos. Aunque si hacemos esto, nos perderemos las pintorescas construcciones del interior: típicas casas con remates de madera y muy coloridas. Además cuenta con una iglesia ortodoxa y una sinagoga, puesto que Trakai tuvo una gran colonia judía de la poco usual facción Caraíta. Tras la II Guerra Mundial muchos fueron asesinados, aunque todavía resisten algunas decenas de ellos. Incluso tienen un museo etnográfico (4.lt, algo más de1€).
Típicas casas de Trakai.

Trakai es la excursión por excelencia para los visitantes de Vilna. Está situada a unos 20 km de la capital, y el viaje en autobús no supera la media hora ni los 2€ por trayecto. Existe la posibilidad de ir en tren por un precio similar, pero hay que hacer un transbordo. Además nos perderíamos la maravillosa experiencia de los autobuses lituanos. En coche es muy accesible, pero es recomendable aparcar en alguna casa particular que nos ofrezca su terreno a un precio asequible.

Aunque lo más normal es el viaje de un día, también existe la posibilidad de alojarse en Trakai. Los precios van desde los 30 euros por habitación doble. Abunda la fórmula de apartamentos y de los Bed&Breakfast, aunque hay algún hotel incluso con Spa. En cuanto a los restaurantes, hay variedad y los precios son realmente asequibles.

No olvides visitar la página de Lituania, y echar un vistazo a la fotogalería.

jueves, 10 de octubre de 2013

Kotor, el regalo de la naturaleza

Vista desde un satélite de las Bocas de Kotor. La ciudad se encuentra en
el punto más recóndito, a la derecha en la tercera boca. Fuente
Hay muchas cosas de Montenegro que desconocemos. Por ejemplo, que la población del país no supera el millón de habitantes, o que ha sido la única república de la antigua Yugoslavia que se independizó de forma pacífica. Aunque desde el punto de vista turístico, el gran atractivo de Crna Gora (nombre oficial en montenegrino) está en la costa, pero no por sus playas. Estamos hablando de las Bocas de Kotor.
Situado en la parte meridional de Dalmacia, Kotor está enclavada en lo más profundo de la bahía homónima. En muchos lugares se denomina como el fiordo más al sur de Europa, sin embargo parece ser el cráter derrumbado de un antiguo volcán. Sea como fuere, habría que agradecer que la naturaleza haya formado esta bahía, que la UNESCO ya protegió en 1979.
Esto es lo que se ve subiendo a la fortaleza de Kotor.
La ciudad, pese ha que se ha convertido en un incipiente centro turístico, sigue conservando el exotismo propio de esa Europa del Este original. Apenas rebasa los 10.000 habitantes, pero posee suficientes alojamientos y restaurantes con precios muy asequibles. Además, el entorno es inigualable. Una bahía de agua salada en un entorno de montaña, con laderas que van de los 0 a los 1.000 metros sobre el nivel del mar en apenas un kilómetro. Parece más un lago glaciar que una ría.

En cuanto a la ciudad de Kotor, la historia la sitúa en manos de romanos, otomanos, venecianos, austriacos y yugoslavos principalmente. El casco histórico se sitúa en la ladera del monte, y está totalmente amurallado y empedrado. Se trata de uno de los cascos más espectaculares de la costa adriática, siempre a medio camino entre lo veneciano, lo bizantino y lo otomano. El edificio más relevante es la románica catedral de San Trifón, de advocación católica.

En primer plano, isla de NS de la Roca. Detrás, isla de San Jorge. Al fondo,
tras la niebla, está Kotor.
Pero si Kotor de por sí es atractivo, aún lo es más si visitamos su entorno. Deliciosos pueblos a lo largo de una extraña costa, (el mar Adriático se encuentra a 9 kilómetros en línea recta), de los que destaca Perast. Se trata de un pequeño pueblo pesquero que frente a su muelle vislumbra dos pequeñas islas, la de San Jorge, que alberga un monasterio benedictino del siglo XII y un cementerio de nobles. Sobre la otra isla reposa la iglesia de Nuestra señora de la Roca. Es curiosa la leyenda sobre la formación de la isla, que es artificial. Cuentan que los pescadores lanzaban una piedra al mar pidiendo protección a la Virgen, que a su vez ayudaba por las noches a emerger la tierra. Lo cierto es que el primer templo se erigió en 1452.

La mejor época para visitar Kotor es el verano, por la evidente bonanza climática, y porque proliferan los servicios en esa época. Sin embargo, una recomendación especial es que lo visiten en invierno. Las temperaturas no son excesivamente bajas (7 grados de media), pero podrán disfrutar de los montes que rodean a la bahía nevados, e incluso es habitual ver la niebla manando del mar.

Llegar a Kotor puede resultar caro, ya que el aeropuerto más cercano, el de Tivat, tiene conexiones muy limitadas y caras. Lo más recomendable es viajar a Podgorica, la capital, a unos 90 Kilómetros, y desde allí viajar en autobús (el servicio de tren es muy limitado en Montenegro). Otra buena opción es volar hasta la croata Dubrovnik, a la misma distancia, aunque con menos conexiones. (Echa un vistazo a la página de Montenegro).
Quizás hacer una escapada de un par de días a Kotor es algo descabellado, por el tiempo que perderíamos hasta llegar hasta allí. Sin embargo, es ideal para combinar con un viaje a Dubrovnik o incluso a toda Croacia. O una buena escusa para descubrir los encantos de Montenegro...