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Vista desde un satélite de las Bocas de Kotor. La ciudad se encuentra en
el punto más recóndito, a la derecha en la tercera boca. Fuente |
Hay
muchas cosas de Montenegro que desconocemos. Por ejemplo, que la
población del país no supera el millón de habitantes, o que ha
sido la única república de la antigua Yugoslavia que se independizó
de forma pacífica. Aunque desde el punto de vista turístico, el gran
atractivo de Crna Gora (nombre oficial en montenegrino) está en la costa, pero no por sus playas. Estamos hablando de las Bocas de
Kotor.
Situado
en la parte meridional de Dalmacia, Kotor está enclavada en lo más
profundo de la bahía homónima. En muchos lugares se denomina como
el fiordo más al sur de Europa, sin embargo parece ser el cráter
derrumbado de un antiguo volcán. Sea como fuere, habría que
agradecer que la naturaleza haya formado esta bahía, que la UNESCO
ya protegió en 1979.
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Esto es lo que se ve subiendo a la fortaleza de Kotor. |
La
ciudad, pese ha que se ha convertido en un incipiente centro
turístico, sigue conservando el exotismo propio de esa Europa del Este original.
Apenas rebasa los 10.000 habitantes, pero posee suficientes
alojamientos y restaurantes con precios muy asequibles. Además, el
entorno es inigualable. Una bahía de agua salada en un entorno de
montaña, con laderas que van de los 0 a los 1.000 metros sobre el
nivel del mar en apenas un kilómetro. Parece más un lago glaciar
que una ría.
En
cuanto a la ciudad de Kotor, la historia la sitúa en manos de romanos,
otomanos, venecianos, austriacos y yugoslavos principalmente. El
casco histórico se sitúa en la ladera del monte, y está totalmente
amurallado y empedrado. Se trata de uno de los cascos más
espectaculares de la costa adriática, siempre a medio camino entre
lo veneciano, lo bizantino y lo otomano. El edificio más relevante
es la románica catedral de San Trifón, de advocación católica.
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En primer plano, isla de NS de la Roca. Detrás, isla de San Jorge. Al fondo, tras la niebla, está Kotor. |
Pero
si Kotor de por sí es atractivo, aún lo es más si visitamos su
entorno. Deliciosos pueblos a lo largo de una extraña costa, (el mar
Adriático se encuentra a 9 kilómetros en línea recta), de los que
destaca Perast. Se trata de un pequeño pueblo pesquero que frente a
su muelle vislumbra dos pequeñas islas, la de San Jorge, que alberga
un monasterio benedictino del siglo XII y un cementerio de nobles.
Sobre la otra isla reposa la iglesia de Nuestra señora de la Roca.
Es curiosa la leyenda sobre la formación de la isla, que es
artificial. Cuentan que los pescadores lanzaban una piedra al mar
pidiendo protección a la Virgen, que a su vez ayudaba por las noches
a emerger la tierra. Lo cierto es que el primer templo se erigió en
1452.
La
mejor época para visitar Kotor es el verano, por la evidente bonanza
climática, y porque proliferan los servicios en esa época. Sin
embargo, una recomendación especial es que lo visiten en invierno.
Las temperaturas no son excesivamente bajas (7 grados de media), pero
podrán disfrutar de los montes que rodean a la bahía nevados, e
incluso es habitual ver la niebla manando del mar.
Llegar
a Kotor puede resultar caro, ya que el aeropuerto más cercano, el de
Tivat, tiene conexiones muy limitadas y caras. Lo más recomendable
es viajar a Podgorica, la capital, a unos 90 Kilómetros, y desde
allí viajar en autobús (el servicio de tren es muy limitado en
Montenegro). Otra buena opción es volar hasta la croata Dubrovnik, a
la misma distancia, aunque con menos conexiones. (Echa un vistazo a
la página de Montenegro).
Quizás
hacer una escapada de un par de días a Kotor es algo descabellado,
por el tiempo que perderíamos hasta llegar hasta allí. Sin embargo,
es ideal para combinar con un viaje a Dubrovnik o incluso a toda
Croacia. O una buena escusa para descubrir los encantos de
Montenegro...