La Liga Hanseática fue
una de las primeras instituciones comerciales multinacionales de la historia de
Europa. Comenzó siendo una asociación de defensa de algunas ciudades situadas
en torno al Mar Báltico, en la que también se reconocerían mutuos derechos comerciales,
allá por el siglo XII. Con el paso de los años aumentó el número de miembros, y
su poder fue tan grande que poseía privilegios y enclaves en lugares tan
lejanos entre sí como Novgorod y Bristol. Incluso declaró y ganó la guerra a una
potencia de la zona como Dinamarca, en el siglo XIV. Sin embargo, el comercio
americano fue haciendo mella en la federación que, poco a poco, fue quedándose
sin miembros hasta su disolución en el siglo XVIII.
Almacén de sal de Lübeck. |
Afortunadamente, la época
de esplendor de la Liga nos ha legado una arquitectura característica en muchos
rincones próximos al Mare Nostrum del Norte. Bajo la forma de ciudad libre, los más pudientes de dichos lugares
competían entre sí para construir una casa o un almacén más bello que el de su
vecino. Incluso los propios ciudadanos dotaban a la villa de edificios civiles
como hospitales, mercados y ayuntamientos. Y todo con un estilo propio, que se
ha denominado como el gótico de ladrillo, puesto que fabricaban bloques de
arcilla debido a la escasez de piedra de la zona.
Como dije existen
ejemplos de arquitectura hanseática en muchos lugares diferentes: Tallin,
Estocolmo, Visby, Hamburgo… Sin embargo, nos vamos a centrar en cuatro ciudades germanas separadas por apenas 200 kilómetros. Hoy viajamos hasta Lübeck, Wismar, Rostock y Stralsund.
La robusta Puerta de Holsten es en realidad el último de los cuatro pasos que queda en pie de aquellos que guardaban a la ciudad de Lübeck. |
La primera de ellas,
Lubeca en castellano, fue una de las fundadoras de la liga, y la denominada
“Reina de la Hansa”. Pese a ser una federación, aquí estaba la capital de la
Liga, puesto que estaba situada en un lugar estratégico de cara a la expansión
hacia el Mar del Norte. Aquí encontramos el Hospital del Espíritu Santo,
erigido por la ciudad para disfrute de sus habitantes en 1286. Hoy en día una parte sigue funcionando como residencia de ancianos, aunque la mayoría del
edificio constituye una más que interesante visita. Otra construcción espectacular
es el ayuntamiento, de 1230. Aunque hay dos monumentos que se llevan toda la
atención del público: La puerta de Holsten, por su espectacularidad, y el
Almacén de Sal, por su rareza. También recomendable la iglesia de Santa María,
desde cuya torre se puede apreciar una vista panorámica de la ciudad.
Al lado de Lübeck, el
resto puede parecer algo más insignificante, sin embargo Wismar y Stralsund,
están incluidas en la lista de Patrimonio de la Humanidad. En la primera
destaca la fuente de agua, de estilo renacentista del siglo XVI. En la segunda,
la iglesia de Santa María (de nuevo), del XIII. Por cierto, este edificio fue
durante 20 años el más alto del mundo, hasta que le cayó un rayo en 1647. En Rostock nos encontramos con tramos de muralla y sus torres defensivas, así como un reloj astronómico en la igelsia de ... lo habéis adivinado, Santa María.
"Alter schwede" es el nombre de este bonito edificio de la plaza del mercado de Wismar |
Pese a estas construcciones
insignia, no habría que entender a ninguna de las cuatro ciudades como una suma
de edificios bonitos, sino que deberíamos apreciar la funcionalidad de la
ciudad Hanseática en sí: el puerto, los almacenes, las casas, los canales, el
mercado… Quizá aquí radique el encanto de estos cuatro rincones del norte de
Alemania. Y todo ello a pesar de la
Segunda Guerra Mundial y sus nefastas consecuencias durante (bombardeos) y
después (ocupación soviética de Wismar, Stralsund y Rostock).
La mejor vía para llegar
hasta ellas sería, bien vía tren desde Hamburgo, o incluso aterrizando en el
aeropuerto de Lübeck (hay vuelo low cost directo desde Palma de Mallorca). Una vez allí
deberíamos tomar los eficientes y algo caros trenes germanos. En cuanto al
alojamiento, el precio puede rondar los 60 euros por noche, (algo más caro en
la turística Lübeck).
Un viaje cómodo a la
infravalorada (turísticamente hablando, claro está) Alemania y que es garantía
de unas bonitas fotos de arquitectura medieval.
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